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11 Entonces David, tirando de sus vestidos, los rasgó, y lo mismo hicieron los hombres que estaban con él. 12 Lloraron, se lamentaron y ayunaron hasta la noche, por Saúl y por su hijo Jonatán, por el pueblo de Jehová y por la casa de Israel, pues habían caído al filo de la espada. 13 David preguntó luego a aquel joven que le había traído la noticia:

—¿De dónde eres tú?

—Soy hijo de un extranjero, amalecita —respondió él.

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